Los adioses
Gustavo Pereira |
Siempre hubo un siempre un pacto un no me olvides
bajo cada cadera
Siempre un jamás de los jamases un dardo frío
y silencioso entre cuerpo y tormenta
Siempre el olor una calle imprecisa con un cuarto de hotel impreciso
y el frío o el olvido ceñido a los huesos
Siempre de médula o náusea el hasta luego el volveré
el esto es todo
restos de copas de mal vino sábanas revueltas y el hueco
apenas perceptible de la almohada que amparó una cabeza
Siempre el callar cuando pudo decirse
decir lo irreparable
o sucumbirse
sellarse
consumirse
Ser como enredadera descolgada de un muro
recién pintado.
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